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 GARÚA


No puedes llorar

no debes. 

Así sea puñal y alcanfor, ensuciando la pura nieve. 

No quieres llorar, no puedes. 

Bondad en lazo tierno, en la trenza de tu pelo.


Los cristales de la mañana sobre el nido 

y la espina de sal y brillo sobre la arena. 

No puedes llorar no debes, 

aunque duela el mundo entero, el torpe miedo carcelero 

cortando nuestra piel, con ese filo de ausencia muerte.


Gota y briza, pestaña y cielo

nace allí tu lágrima de río. 

A otro suelo en otro océano, 

en otros dedos con jardines

y mágicos coloridos huertos.


Que la brizna de tus ojos, 

libre al fin entonces nazca, 

en la semilla hoy triste cautiva.

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