SUEÑO LÚCIDO Algún sitio del mundo onírico, 2026 Ernesto Veras estaba profundamente dormido, recostado sobre una manta de vellón polar, roncaba compitiendo con el ruido sordo de la máquina de la nave; sus ojos bajo los párpados cerrados se movían de un lado a otro, evidenciando la actividad de un sueño contundente. Viviendo ahí, en el universo de ensoñación, caminaba junto a una mujer por Avenida Providencia en una tarde de invierno, la ciudad parecía más lenta que de costumbre, como deshabitada respirando una humedad de nubes bajas y brisa lenta. Pasaron junto al carrito de las frutas con las naranjas y las paltas y las manzanas rojas que brillaban como besos enamorados. El viejo del carro les observó de arriba abajo, con ese ademán de quienes intentan sumarse a un grupo que parece infinito. −Yo también te habría mirado descaradamente, eres preciosa.− Le dijo a la mujer con el tono grave que usaba cuando coqueteaba. −Lo dices porque me amas.− Respondió ella, haciéndose maña para dar...
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